5.1. Definición
En el subapartado 2.3, hemos introducido brevemente la noción de agencia, pero creemos que es un concepto importante y que, por lo tanto, hay que profundizar en él. Procederemos, primero, presentando el concepto y después vinculándolo a otros elementos importantes dentro de la interacción.
Como hemos ido viendo, la interactividad es la calidad o la condición que permite que haya un proceso de interacción y su efectividad se basa en estimular una acción en la persona usuaria. Pero para que haya interacción, el comportamiento de una de las dos partes tiene que tener un cierto grado de actuación, es decir, no puede estar completamente subyugado al comportamiento de la otra.
La agencia es esta capacidad de tomar decisiones y actuar, pero se trata de una capacidad que se tiene que manifestar de modo que la otra parte de la interacción la comprenda, y se tiene que ajustar en mayor o menor medida a sus expectativas. Si la agencia se queda en una dimensión interna y la otra parte de la interacción no la percibe, no diríamos que tiene agencia. La agencia no es, pues, una idea rígida, sino que tenemos que pensar que está presente de una manera u otra en la experiencia interactiva.
Se trata de un concepto directamente vinculado a sentir que tenemos el control de aquello que hacemos y del entorno que nos rodea. En general, cuando decidimos llevar a cabo alguna acción, lo más habitual es que sintamos que lo estamos haciendo con una cierta voluntad, que de alguna manera estamos delante de la acción, aunque no hayamos reflexionado mucho antes. Si lo pensamos en relación con la interacción con dispositivos o artefactos, pasa lo mismo, queremos tener el control y queremos que el sistema responda a nuestras acciones. Aun así, poner como sinónimos agencia y control no sería del todo preciso.
En cambio, podemos decir que la idea de agencia está formada por dos vertientes: la sensación de agencia y la atribución de agencia. La primera es más implícita, es la sensación de control que tenemos sobre qué decimos a nuestro altavoz inteligente o cómo movemos nuestro avatar dentro de un entorno virtual, por ejemplo. Y la segunda tiene una dimensión más explícita o más reflexionada que consiste en atribuir agencia en función de cómo esperamos que sea la respuesta o el abanico de acciones posibles del que creemos que dispone la otra parte.

Figura 34. Idea de agencia
Fuente: elaboración propia.
Por lo tanto, la sensación de agencia se sitúa en los humanos y, en cambio, la atribución de agencia, en las máquinas. De hecho, es necesario que atribuyamos un cierto grado de agencia para poder interactuar con las máquinas y los artefactos interactivos.
En realidad, a pesar de que a nosotros nos interesa la idea de agencia vinculada a la interacción, hay que remarcar que es un concepto muy importante dentro de ámbitos como la psicología social y las neurociencias. Desde esta perspectiva, la agencia está estrechamente ligada a cómo tomamos conciencia de nosotros, de las otras personas y del entorno y cómo nos configuramos la identidad en función de las relaciones que establecemos con el mundo. De hecho, una noción de agencia alterada está estrechamente ligada a algunas enfermedades como la esquizofrenia o la despersonalización, en las que las personas llevan a cabo acciones sin tener la sensación de agencia, sino guiadas por otras.
Trabajar en la interacción y la agencia tampoco significa necesariamente proporcionar a la persona que está interactuando aquello que espera todo el tiempo. Podemos incluir un grado de agencia que sorprenda, juegue con las expectativas o incluso las frustre deliberadamente de forma que sea un desafío aprender cómo funciona la interacción.
El último apunte en relación con el concepto de agencia aborda lo que podríamos denominar atribución equívoca o problemática. Por ejemplo, podemos aplicar esta idea de agencia problemática al caso de las inteligencias artificiales. Estamos hablando tanto de la tecnología que hay detrás de asistentes de voz como de las plataformas que permiten generar diferentes tipos de materiales (sonoros, visuales, textuales, códigos) a partir de nuestros inputs, que pueden ser también de diversa tipología. Incluso, hay inteligencias artificiales que sugieren planes de inversiones para clientes de las entidades bancarias. En este caso, muchas veces atribuimos agencia a estos sistemas y asumimos que sus respuestas responden a comportamientos que se dan sin supervisión humana directa y que los resultados son independientes y propios. Asumir que tienen este alto grado de agencia es problemático porque hace que las concibamos como algo autónomo de lo que es humano y social y, por lo tanto, nos estamos olvidando que estas herramientas existen y funcionan gracias, precisamente, al trabajo humano.
Vemos, pues, que la noción de agencia no es exactamente una propiedad de la interactividad ni tampoco un concepto unívoco, sino que se manifiesta en diferentes grados con la experiencia interactiva y de manera relacional con otros conceptos dentro de la interacción, como veremos seguidamente.